Sopla el Viento (Relato)
Foto tomada de la web
Sopla el viento por
todas partes, en todas direcciones, hace frío, pero a mí se me hace un frío
agradable.
Camino, camino con otra gente por la ciudad, una hermosa
amiga me hace compañía, es mi cámara, captando desde su ojo los más bellos
lugares, aquellos detalles tan profundos que a veces no los veo, me olvido,
pero ella me los recuerda, haciendo visible lo invisible con sus planos, sus
perspectivas.
Miro desde la calle empedrada, una casa blanca, colorida por
macetas con flores de muchos colores, una mujer sacando sus ropas por la
ventana para secarlas. Fotografió ese lugar, el momento. Se me dibuja una
amplia sonrisa ante tan bella imagen.
Estoy abrigada una chompa caliente me viste y una bufanda de
tela rodea mi cuello, el cabello suelto me da libertad.
Subo a un edificio, esos que suelen llamar cuarto de queso,
desde su techo se observa la ciudad, su gente, sus construcciones, nadie se
siente observado, son tan ellos,
espontáneos y naturales.
Me gusta estar arriba, es como un vuelo de pájaro, como si
fuera un árbol, una lechuza observándolo todo desde las alturas.
Al parecer indiferente, pero profundamente siguiendo los
detalles.
Siento el viento, me susurra dulcemente, me empuja
suavemente, siento volar, pero estoy tan alto y sin equipo, mi mente no está
lista aún.
Se abre la puerta de la terraza, aparece un hombre mayor,
con voz dulce y firme, me dice “No puede estar aquí, solo personal autorizado”
Asiento con la cabeza, le agradezco, respiro profundamente,
haciendo ese aire helado entre a mis pulmones y salgo por la puerta escaleras
abajo.
En la calle sigo caminando, observando el movimiento de la
gente, los rápidos vehículos, las sonrisas de hombres recibidas y de una que
otra mujer.
Las más agradables son la de los niños jugando y sorprendiéndose
en su andar por la ciudad.
Miro los edificios, son como construcciones clásicas, creo
estoy en el centro de la ciudad, se parece un poco a mi tierra, el centro
histórico con su arquitectura, sus plazas, sus monumentos.
Camino por allí, me parece estar en casa, con la diferencia
del clima, la gente y saberme en la vieja Europa. Esta ciudad tiene su encanto,
sus sacudones, sus malabares.
Por cierto hay muchos artistas callejeros, son entretenidos,
alegres y buenos.
Esto del arte callejero siempre me ha gustado, me atrae, me
gusta ver a la gente embelesada, con cara de boba, los ojos encendidos, las
bocas expresivas recreándose con la creatividad de esos mágicos y extraños
seres.
Me distraigo mirando un espectáculo, yo también pongo cara de
boba, pero me divierto a montones.
Un personaje del show da varios pasos en mi dirección, me da
una vuelta, sonríe mostrándome su amplia boca, me regala una manzana
acaramelada y agua jabonosa para hacer pompas de jabón, me canta dulcemente un
pedacito de la canción de Serrat:
“yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse….
El personaje con unos zapatos blanco y negro, vestido de colores, me da un beso en la mano, se despide diciendo Chaooo haciendo un movimiento con su mano.
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse….
El personaje con unos zapatos blanco y negro, vestido de colores, me da un beso en la mano, se despide diciendo Chaooo haciendo un movimiento con su mano.
Siento
una sensación de leve tristeza, la siento, me sacudo y me marcho comiendo la
manzana.
Voy
lanzando pompas de jabón al viento, soplando en el sorbete, dando vida al agua
jabonosa.